La vida de los
jóvenes investigadores no es fácil. Siempre ha sido así, por eso llamaron
Precarios a la asociación que crearon en el año 2000, pero la crisis ha
agravado esto todavía más. Los recortes presupuestarios en el área de la
investigación -que este año sufrirá otro mordisco de 600 millones de euros- se
traducen en retrasos en las convocatorias y la resolución de las becas y en los
pagos de las ayudas. Y también en la desaparición de plazas como la ocurrida
hace unos meses en el Centro Príncipe Felipe de Valencia, que dejó en la calle
a más de un centenar de trabajadores, entre ellos, a seis investigadores en
formación.
Por
ejemplo, la beca de varios
investigadores, pagada a medias entre la Junta de Castilla La Mancha y la Unión
Europea, tenía que convertirse este curso en un contrato con el que ya
cotizaría a la Seguridad Social; ese era el compromiso, aunque la Consejería de
Educación castellanomanchega insiste en que no tienen ninguna obligación.
Así, sin
ningún aviso previo, seis investigadores se fueron enterando a principio de
curso de que su prometido contrato no existía. Algunos de ellos, incluso,
comenzaron el trabajo normalmente después de las vacaciones hasta que por fin
se enteraron; los jefes de proyecto tampoco tenían ni idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario